Igal: Tratado 53 — Comentários

Excertos da apresentação do tratado, na tradução em espanhol de Jesús Igal.

El presente tratado, cronológicamente el penúltimo, fue escrito por Plotino en el último año de su vida (Vida 6, 16-25). Porfirio lo colocó el primero de todos basándose, probablemente, en que la verdadera filosofía debe comenzar por el conocimiento de sí mismo. Este tratado es, en efecto, la última palabra de Plotino sobre el hombre, una brillante síntesis de la nueva antropología elaborada a lo largo de los tratados de las etapas media y tardía1. Partiendo del examen crítico del sujeto de los fenómenos de la vida sensitivo-afectiva, moral e intelectiva, el hombre se nos presenta, en I 1, como un conjunto unitario de tres niveles superpuestos: el ínfimo, por el que el hombre es bestia; el medio, por el que el hombre es específicamente hombre, y el supremo, por el que el hombre, participando en las dos primeras Hipóstasis, se transciende a sí mismo2. Aunque los temas se entrecruzan a veces de tal modo que es imposible deslindarlos netamente, podemos agruparlos en cinco secciones3.

SINOPSIS

I. problema (cap. 1). — ¿Cuál es el sujeto de las emociones y de las acciones y opiniones resultantes de aquéllas? ¿Cuál, el de los razonamientos, opiniones e intelecciones? ¿Cuál, el del presente examen crítico? Y, ante todo, ¿cuál es el sujeto de la sensibilidad?

II. EL SUJETO DE LA VIDA SENSITIVO-AFECTIVA (2, 1-7, 6).

1. El sujeto de las sensaciones y de las emociones no es ni el alma a solas, considerada en su esencia (cap. 2),

2. ni el alma en el cuerpo, usuaria del cuerpo y mezclada con él de uno u otro modo (caps. 34),

3. ni el compuesto de alma y cuerpo en el sentido aristotélico (cap. 5),

4. sino el animal en el sentido de compuesto de un cuerpo específico y de un destello emitido por el alma (6, 1-7, 6).

III. síntesis antropológica (7, 6-8, 23).

1. El compuesto animal está presidido y controlado por el hombre en cuanto sujeto de las percepciones y de los razonamientos, opiniones e intelecciones derivados de aquéllas (7, 6-18).

2. El animal total consta de la bestia inferior y del hombre verdadero, especificado por su racionalidad (7, 18-24).

3. El intelecto del alma está presidido por dos niveles superiores correspondientes a las dos primeras Hipóstasis (8, 1-10).

4. El hombre propiamente dicho es el alma, que consta de una esencia indivisa y de la que se divide, o mejor, aparenta dividirse en los cuerpos proyectando en ellos, cual en espejos, una serie de imágenes suyas (8, 10-23).

IV. el sujeto de la vida moral (caps. 9-12).

1. El error y el pecado son propios del compuesto animal, mientras que el hombre mismo ni yerra ni peca dado que lo propio del primero es lo corporal, mientras que lo propio del segundo es la vida intelectiva (cap. 9).

2. Lo propio del hombre verdadero son las virtudes intelectivas, mientras que lo propio del compuesto animal son las virtudes prácticas (cap. 10).

3. En los niños y en las bestias el campo de la cons-ciencia es muy reducido (cap. 11).

4. El alma real es impecable: el pecado, el castigo y la bajada al cuerpo y al Hades son propios de «la otra especie de alma» (cap. 12).

V. el sujeto de la vida intelectiva (cap. 13). — El sujeto del presente examen crítico es el hombre en cuanto alma. La vida intelectiva transciende la del compuesto animal y es propia del hombre.


  1. Cf. mi artículo de Pensamiento 35 (1979), 315-346. 

  2. De los tratados de la primera Enéada hay edición bilingüe (griego-español), con trad. y notas de J. D. García Bacca, Buenos Aires, 1948. 

  3. Cf. Introd. gen., seccs. 66-70.