1) Todo ser perfecto es fecundo, y engendra otro ser, que es semejante a él. Siendo el Uno la perfección infinita, será infinitamente fecundo. «Todos los seres, una vez que han llegado a la perfección, engendran; por lo tanto, el ser que es siempre perfecto engendra siempre, engendra un objeto eterno, y engendra un ser inferior a sí»1.
Plotino trata de describir una emanación eterna, extratemporal, de tipo racional, a la manera como las consecuencias se derivan de las premisas. Pero en realidad describe una expansión ontológica o una evolución cósmica.
2) Cuanto más perfecta sea una causa, tanto más perfectos serán sus efectos.—El obrar sigue al ser, y la perfección de un ser debe manifestarse en los efectos procedentes de su causalidad2.
3) El Uno causa sin que se altere su unidad simplicísima y sin perder nada de su propio ser.—«Siempre permanece inmutable en su propia sede»3. Plotino se esfuerza por hacer comprender esta derivación por medio de metáforas: Es como la luz que irradia el sol. Como el calor que se desprende del fuego, o como la frialdad que despide la nieve. Como el perfume que se exhala de los objetos olorosos. Como el agua rebosa del vaso. Como la imagen que se refleja en el espejo. Como la consecuencia que se deriva de un axioma4. Así el Universo, con toda la pluralidad y variedad de sus seres, es una fulguración, o una irradiación del Uno. Pero el Uno, después de haberlo producido, permanece inmutable sin perder absolutamente nada de su propia sustancia5.
4) La emanación es a la vez libre y necesaria.—Libre, porque el Uno es la plenitud de la perfección y no necesita producir nada ni nada puede obligarle a producirlo. Pero a la vez es necesaria, porque el Uno es inmutable. «¿Quién podría detener a una potencia, que puede permanecer en sí misma y salir fuera de sí?»6
«Si hay un segundo término después de El, es preciso que éste exista sin que el Uno se mueva, sin que El se incline, sin que El lo quiera y, en una palabra, sin ningún movimiento. ¿De qué manera, pues, y qué hay que concebir en torno a El, si El permanece inmóvil? Una irradiación que proviene de El, que permanece inmóvil, como la luz resplandeciente que rodea al Sol nace de éste, aunque éste permanece siempre inmóvil»7.
5) Los grados de perfección de los seres están en razón directa de su unidad y su simplicidad.—A mayor unidad responde mayor perfección. Por eso el grado supremo de perfección es el Uno, que es la unidad por esencia, y el ínfimo la materia, que es esencialmente multiplicidad.
6) Los seres son tanto más imperfectos cuanto más se alejan de la unidad de su principio.—La luz se va debilitando tanto más cuanto más se aleja de su foco, hasta llegar a la oscuridad. Los efectos son semejantes a la causa, pero de grado inferior. Son imágenes imperfectas de la realidad de donde proceden. Cuanto más se alejan los seres de su principio, tanto más prevalece en ellos la composición sobre la simplicidad, y la pluralidad sobre la unidad. «Si hay muchas ideas, necesariamente hay en cada idea algo de común y algo propio por lo cual cada una difiere de la otra… Esta diferencia que la separa de las otras es su forma particular. Pero si hay forma, hay también algo que es informado… Por lo tanto, hay una materia que recibe la forma»8.
La composición de las cosas es lo que las distingue esencialmente respecto del Uno. Los seres que proceden unos de otros son, por una parte, semejantes, en cuanto efectos que proceden de su causa y en cuanto imágenes del principio que los produce. Y, por otra, diferentes, en cuanto a su perfección, que es cada vez menor. Su unidad, su verdad, su bondad y su belleza son tanto menores cuanto más se alejan de su primer principio. Pero, aunque las cosas sean diferentes de su causa, sin embargo todas están contenidas en ella (V 5,9).
7) La diversidad de los seres proviene de la adición (prosthekasis) de un elemento negativo, que es la «diferencia» (heterotes, allo, allotrion). El Uno es esencialmente idéntico (monon auto kai ontos auto). Pero todos los demás seres están compuestos de idéntico (auto) y de diverso (allo) (VI 8,21). El grado de perfección que corresponde a los seres será tanto más inferior cuanto más entre en ellos el elemento diferencial, distintivo, negativo. Los seres superiores del mundo inteligible se diferencian entre sí por su forma, y los inferiores del mundo sensible se diferencian por su forma y además por su materia, que los diversifica y multiplica.
8) Toda diferencia (heterotes) en cualquiera de sus modalidades, sea forma o materia, es un principio de mal.—Porque disgrega la identidad y la unidad. El Uno se identifica con el Bien, y la multiplicidad y diversidad con el mal. Por esto veremos que la «purificación» del hombre consistirá en irse desprendiendo de todas las diferencias, para retornar a la unidad. Tendrá que desprenderse de la materia y después de las formas, sensible, racional e intelectual, e incluso de la propia personalidad, pues el mismo deseo de querer existir individualmente es ya un mal.
V,1,6; V,1,7; V,3,12. Según Rodier: «ainsi compris, l’émanatisme est explicitement répudié par Plotin. Ce qui émane de l’Un n’est pas sa substance, mais seulement l’effect de sa causalité infinie» (Plotin, en «Études de Philosophie grecque», p.313).
Plotino, en su intención, no es quizá panteísta. Antes bien, trata de salvar la absoluta trascendencia del Uno y su distinción de todos los demás seres que proceden de él, aun cuando la unidad sea la esencia íntima de todos ellos. Pero Plotino incurre en el error de hipostasiar el concepto univer-salísimo de Uno, atribuyéndole existencia ontológica. Ciertamente que el concepto de ser en común abarca y comprende todos los seres, y es distinto de todos ellos. Pero la «participación» de los seres respecto de ese ser es puramente lógica, y no puede en manera alguna considerarse como ontológica. De aquí proceden las expresiones equívocas que hallamos no sólo en Plotino, sino en otros muchos filósofos posteriores. La confusión del ser trascendente supremo en el orden ontológico (Dios) con el concepto de ser en común es la fuente de muchas imprecisiones que bordean peligrosamente los lindes del panteísmo, aun cuando sus autores lo rechacen expresamente. ↩Plotino emplea las expresiones rein, aporrein, ellampsis, perilampsis, proodos, proienai, proeimi. ↩