Sócrates. Considera lo que te voy a decir. Si se nos preguntase qué son ciertas casas bajas y comunes, por ejemplo, el barro, y respondiéramos que hay barro de olleros, barro de muñecas, barro de tejeros, ¿no nos pondría más en ridículo?
Teetetes. Probablemente.
Sócrates. En primer lugar, porque creíamos con nuestra respuesta dar lecciones al que nos interroga, repitiendo el barro y añadiendo los obreros que en él se emplean. ¿Crees tú que, cuando se ignora la naturaleza de una cosa, se sabe lo que su nombre significa?
Teetetes. De ninguna manera.
Sócrates. Así pues, el que no tiene idea alguna de la ciencia, no comprende lo que es la ciencia de los zapateros.
Teetetes. No, sin duda.
Sócrates. La ignorancia de la ciencia lleva consigo la ignorancia del arte del zapatero y de cualquiera otro arte.
Teetetes. Es cierto.
Sócrates. Por consiguiente, cuando se pregunta lo que es la ciencia, es ponerse en ridículo el dar por respuesta el nombre de una ciencia, puesto que es responder sobre el objeto de la ciencia, y no sobre la ciencia misma, que es a la que se refiere la pregunta.
Teetetes. Así parece.
Sócrates. Eso es tomar un largo rodeo, cuando puede responderse sencillamente y en pocas palabras. Por ejemplo, a la pregunta. ¿qué es el barro? Es muy fácil y sencillo responder, que es tierra mezclada con agua, sin acordarse de los diferentes obreros que se sirven de él.
Teetetes. La cosa me parece ahora fácil, Sócrates. La cuestión es de la misma naturaleza que la que nos ocurrió, hace algunos días, a tu tocayo, Sócrates, y a mí, en una conversación que tuvimos.
Sócrates. ¿Qué cuestión, Teetetes? .
Teetetes. Teodoro nos enseñaba algún cálculo sobre las raíces de los números, demostrándonos que las de tres y de cinco no son conmensurables en longitud con la de uno, y, en seguida, continúo así hasta la de diecisiete, en la que se detuvo. Juzgando, pues, que las raíces eran infinitas en número, nos vino al pensamiento intentar el comprenderlas bajo un solo nombre, que conviene a todas.
Sócrates. ¿Habéis hecho ese descubrimiento?
Teetetes. Me parece que sí; juzga por ti mismo.
Sócrates. Veamos.
Teetetes. Dividimos todos los números en dos clases. los que pueden colocarse en filas iguales, de tal manera que el número de las filas sea igual al de unidades de que cada una consta, las hemos llamado cuadrados y equiláteros, asimilándolos a las superficies cuadradas.
Sócrates. Bien.