De todo esto resulta, como se dijo al principio, que nada es uno tomado en sí; que cada cosa se hace lo que es por su relación con otra, y que es preciso suprimir absolutamente la palabra SER. Es cierto que muchas veces, y ahora mismo, nos hemos visto precisados a usar esta palabra por hábito y como resultado de nuestra ignorancia; pero el parecer de los sabios es que no se de be usar ni decirse, hablando de mí o de cualquiera otro, que yo soy alguna cosa, esto o aquello, ni emplear ningún otro término que signifique un estado de consistencia, y que, para expresarse según la naturaleza, debe decirse que las cosas se engendran, se hacen, perecen y se alteran sin pasar de aquí; porque si se presenta en el discurso alguna cosa como estable, es fácil rebatir a quien se produzca de esta manera. Tal es el modo como debe hablarse de estos elementos y también de las colecciones de los mismos que se llaman hombre, piedra, animal, sean individuos o especies. ¿Te causa placer, Teetetes, esta opinión? ¿Es de tu gusto?
Teetetes. No se qué decir, Sócrates, porque no puedo descubrir si hablas conforme con su pensamiento o si tratas sólo de sondearme.
Sócrates. Has olvidado, mi querido amigo, que yo no sé ni me apropio de nada de todo esto, y que en tal concepto soy estéril; pero te ayudaré a parir y, para ello, he recurrido a encantamientos y he querido que saborees las opiniones de los sabios, hasta tanto que yo haya puesto en evidencia la tuya. Cuando haya salido de tu alma, examinaré si es frívola o sólida. Cobra, pues, ánimo y paciencia, y responde libre y resueltamente lo que te parezca verdadero acerca de lo que yo te pregunte.
Teetetes. No tienes más que preguntar.
Sócrates. Dime de nuevo. si te agrada la opinión de que ni lo bueno ni lo bello, ni ninguno de los objetos de que acabamos de hacer mención, están en estado de existencia, sino que están siempre en vía de generación.
Teetetes. Cuando te oí hacer la explicación, me parecía perfectamente fundada, y estoy persuadido de que debe creerse que las cosas son como tú las has explicado.
Sócrates. No despreciemos lo que todavía tengo que exponer. Tenemos aun que hablar de Los sueños, de las enfermedades, de la locura, sobre todo, y de lo que se llama entender, ver, en una palabra, sentir con desbarajuste. Sabes que todo esto es mirando como una prueba incontestable de la falsedad del sistema de que hablamos, porque las sensaciones que se experimentan en otras circunstancias son de hecho mentirosas, y que lejos de ser las cosas entonces tales como aparecen a cada uno, sucede todo lo contrario, porque todo lo que parece ser no es, en efecto.
Teetetes. Dices verdad, Sócrates.