Sócrates. Ahora, mira si te será más fácil seguirme. Sócrates conoce a Teodoro y a Teetetes, pero no ve ni al uno ni al otro, no tiene ninguna otra sensación respecto de ellos. En este caso, nunca formará, en sí mismo, este juicio. que Teetetes es Teodoro. ¿Tengo razón o no?
Teetetes. Tienes razón.
Sócrates. Tal es el primer caso de que he hablado.
Teetetes. En efecto, es el primero.
Sócrates. El segundo es que, conociendo a uno de vosotros dos y no conociendo al otro, y no teniendo, por otra parte, ninguna sensación ni del uno ni del otro, no me figuraré jamás que aquel que yo conozco es el otro que yo no conozco.
Teetetes. Muy bien.
Sócrates. El tercero es que, no conociendo ni sintiendo al uno ni al otro, no pensaré nunca que el uno, que no me es conocido, es el otro, que tampoco conozco. En una palabra, imagínate oír, de nuevo, todos los casos que he propuesto en primer lugar, en los cuales jamás formaré un juicio falso sobre ti ni sobre Teodoro, ya os conozca o no os conozca a ambos, ya conozca al uno y no al otro. Lo mismo sucede respecto a las sensaciones. ¿No comprendes?
Teetetes. Sí.
Sócrates. Resta, por consiguiente, formar juicios falsos en el caso en que, conociéndoos a ti y a Teodoro, y teniendo vuestras facciones, grabadas sobre las citadas planchas de cera, viéndoos a ambos de lejos, sin distinguiros suficientemente, me esfuerzo yo en aplicar la imagen del uno y del otro a la visión que le es propia, adaptando y ajustando esta visión sobre las huellas que ella me ha dejado, a fin de que el reconocimiento tenga lugar; y cuando, en seguida, engañándome en este punto y tomando al uno por el otro, como sucede a los que ponen el zapato de un pie en el otro pie, yo aplico la visión del uno y del otro a la fisonomía que no es la suya, o cuando caigo en el error, experimentando lo mismo que cuando se mira en un espejo, donde lo que está a la derecha aparece a la izquierda, entonces sucede que se toma una cosa por otra y se forma un juicio falso.
Teetetes. Esta comparación, Sócrates, conviene admirablemente a lo que pasa en el juicio.
Sócrates. Lo mismo acontece cuando, conociéndoos a los dos, tengo, además de esto, la sensación del uno y no del otro, y no tengo conocimiento de este otro por la sensación, que es lo que yo decía antes y que, entonces, no me comprendiste.
Teetetes. Verdaderamente no.
Sócrates. Decía, pues, que conociendo una persona, sintiéndola y teniendo conocimiento de ella por la sensación, jamás nos imaginaremos que es otra persona que ya se conoce, que se siente y de la que se tiene igualmente un conocimiento distinto por la sensación. Esto es lo mismo que yo decía y que no entendiste.
Teetetes. Sí.
Sócrates.. Queda el caso de que voy a hablar ahora. Decimos que el juicio falso tiene lugar cuando, conociendo a estas dos personas y viendo la una y la otra, o teniendo cualquiera otra sensación de ambas, yo no achaco la imagen de cada una a la sensación que tengo de ella, y semejante a un tirador poco diestro, no doy en el blanco, y que esto es lo que se llama errar.
Teetetes. Con razón.