Sócrates. Es que no hemos sabido defenderlo. Quizás sería preciso suponer que la sílaba no consiste en los elementos, sino en uno no sé qué, resultado de ellos y que tiene su forma particular, que es diferente de los elementos.
Teeteto. Tienes razón, y puede suceder que sea así y no de la otra manera.
Sócrates. Es preciso examinarlo y no abandonar tan cobardemente una opinión grave y respetable.
Teeteto. No, sin duda.
Sócrates. Sea, pues, como acabamos de decir, y que cada sílaba, compuesta de elementos que se combinan entre sí, tenga su forma propia, tanto para las letras como para todo lo demás.
Teeteto. Conforme.
Sócrates. En consecuencia, es preciso que no tenga partes.
Teeteto. ¿Por qué?
Sócrates. Porque donde hay partes, el todo es necesariamente lo mismo que todas las partes en conjunto. ¿O bien, dirás que un todo, resultado de partes, tiene una forma propia, distinta de las de todas aquellas?
Teeteto. Sí.
Sócrates. ¿El todo y el total, o la suma, son en tu opinión una misma cosa o dos cosas diferentes?
Teeteto. No tengo convicción acerca de eso, pero, puesto que quieres que responda con resolución, me atrevo a decir que son cosas diferentes.
Sócrates. Todo valor es laudable, Teeteto, y es preciso ver si lo es también tu respuesta.
Teeteto. Sin duda, es preciso verla.
Sócrates. De esta manera, según tu definición, el todo difiere del total.
Teeteto. Sí.
Sócrates. ¡Pero que! ¿Hay alguna diferencia entre todas las partes y el total? Por ejemplo, cuando decimos uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, o dos veces tres, o tres veces dos, o cuatro y dos, o tres, dos y uno, o cinco y uno, ¿dan todas estas expresiones el mismo número o números diferentes?
Teeteto. Dan el mismo número.
Sócrates. ¿No es el de seis?
Teeteto. Sí.
Sócrates. ¿No hemos comprendido en cada expresión todas las seis unidades?
Teeteto. Sí.
Sócrates. ¿No expresamos nada cuando decimos todas las seis unidades?
Teeteto. Alguna cosa queremos decir seguramente.
Sócrates. ¿Otra cosa que seis?
Teeteto. No.
Sócrates. Por consiguiente, en todo lo que resulta de los números, entendemos lo mismo por el total que por todas sus partes.
Teeteto. Así parece.
Sócrates. Hablemos de otra manera. EI número que expresa una yugada y la yugada misma, son una misma cosa. ¿No es así?
Teeteto. Sí.
Sócrates. EI número que forma el estadio, ¿esté en el mismo caso?
Teeteto. Sí.
Sócrates. ¿No sucede lo mismo con el número respecto de un ejército, de una armada y de otras casas semejantes? Porque la totalidad del número es precisamente cada una de esas cosas, tomada en conjunto.
Teeteto. Sí.
Sócrates. ¿Pero qué es el número respecto de cada una, sino sus partes?
Teeteto. Ninguna otra cosa.
Sócrates. Todo lo que tiene partes resulta, pues, de estas partes.
Teeteto. Parece que sí.
Sócrates. Es preciso confesar que todas las partes constituyen el total, si es cierto que el número todo lo constituye igualmente.
Teeteto. Sin duda.
Sócrates. El todo no es compuesto de partes, porque si fuese el conjunto de las partes, sería un total.
Teeteto. No parece así.
Sócrates. Pero la parte ¿es parte de otra cosa que del todo?
Teeteto. Sí, del total.
Sócrates. Te defiendes con valor, Teeteto. ¿EI total no es un total cuando nada le falta?
Teetetes. Necesariamente.
Sócrates. El todo ¿no será, asimismo, un todo cuando no le falte nada? De suerte, que si falta alguna cosa, ni es un total, ni es un todo, y uno y otro se hacen lo que son por la misma causa.
Teeteto. Ahora me parece que el todo y el total no se diferencian en nada.