Menon:90b-90e – Entrada de Anito, o porta-voz da consciência coletiva e das tradições

Indaga entonces con nosotros, Ánito, conmigo y con tu huésped Menón, aquí presente, acerca de este asunto: cuáles pueden ser los maestros. Y haz, por ejemplo, estas c consideraciones: si quisiéramos que Menón fuese un buen médico, ¿a qué maestros lo encomendaríamos? ¿No sería a los médicos?

ÁNITO. — Por supuesto.

SÓC. — Y si quisiéramos, en cambio, que fuese un buen zapatero, ¿no lo encomendaríamos a los zapateros?

ÁN. — Sí.

SÓC. — ¿Y así con los demás?

ÁN. — Por supuesto.

SÓC. — Dime entonces, volviendo nuevamente sobre esto: encomendándolo a los médicos, haríamos bien si quisiéramos que fuese un buen médico. Pero cuando decimos eso, ¿estamos sosteniendo lo siguiente: que encomendándolo a ellos obraríamos sensatamente si lo mandáramos mejor a los que ejercen la profesión que a los que no, a los que perciben una remuneración por este servicio y que se declaran maestros del que quiere ir a aprender? ¿No obraríamos bien si fijáramos nuestra atención en estas cosas?

ÁN. — Sí.

SÓC. — Entonces con el arte de tocar la flauta y con las demás, ¿no e sucederá lo mismo? Sería mucha inconsciencia el querer que alguien se haga flautista y no encomendarlo a los que prometen enseñar ese arte y percibir por ello una remuneración, y, en cambio, causar molestias a quienes ni pretenden ser maestros ni tienen un solo discípulo del saber que nosotros consideramos digno de aprender de aquel al que lo encomendamos. ¿No te parece que sería una gran tontería?

ÁN. — Sí, ¡por Zeus!, y también una ignorancia.