15. Las almas, pues, se precipitan fuera del mundo inteligible, descendiendo primero al cielo y tomando en él un cuerpo; luego, en su recorrido por el cielo, se acercan más o menos a los cuerpos de la tierra, a medida de su mayor o menor longitud. Así, unas pasan del cielo a los cuerpos inferiores y otras verifican el tránsito de unos a otros cuerpos porque no tienen el poder de elevarse de la tierra, siempre atraídas hacia ella por su misma pesadez y por el olvido que arrastran tras de sí, carga que verdaderamente las entorpece. Las diferencias existentes entre las almas habrá que atribuirlas a varias causas: o a los cuerpos en que ellas han penetrado, o a las condiciones que les han tocado en suerte, o a sus regímenes de vida, o al carácter particular que ellas traen consigo, incluso, si se quiere, a todas estas razones juntas, o solamente a algunas de ellas. Unas almas, por su parte, se someten enteramente al destino; otras, en cambio, unas veces se someten y otras veces son dueñas de sí mismas; otras almas, en fin, conceden al destino todo cuanto es preciso darle, pero, en lo tocante a sus acciones, son realmente dueñas de sí mismas. Viven, por tanto, según otra ley, que es la ley que abarca a todos los seres y a la cual se entregan sin excepción todas las almas. La ley de que hablamos está formada de las razones seminales, que son las causas de todos los seres, de los movimientos de las almas y de sus leyes, provenientes del mundo inteligible. De ahí que concuerde con ese mundo y que tome de él sus propios principios, tejiendo la trama de todo lo que a él está ligado. En este sentido, mantiene sin modificación alguna todas las cosas que pueden conservarse conforme a su modelo inteligible, y lleva también a todas las demás allí donde lo exige su naturaleza. De modo que podemos decir que en el descenso de las almas ella es la causa, precisamente, de que ocupen una u otra posición.
Enéada IV, 3, 15 — Os diferentes níveis de descida da alma (1)
- MacKenna: Tratado 27,17 (IV,3,17) — Os diferentes níveis de descida da alma (3)
- MacKenna: Tratado 27,18 (IV,3,18) — O uso do raciocínio
- MacKenna: Tratado 27,19 (IV,3,19) — Um comentário do Timeu 35a-b
- MacKenna: Tratado 27,2 (IV,3,2) — Alma e Alma-do-Mundo: ser da mesma espécie não significa ser uma parte
- MacKenna: Tratado 27,20 (IV,3,20) – A alma não está no corpo (1)
- MacKenna: Tratado 27,21 (IV,3,21) — A alma não está no corpo (2)
- MacKenna: Tratado 27,22 (IV,3,22) — A alma está no corpo como a luz está no ar
- MacKenna: Tratado 27,23 (IV,3,23) — Como as faculdades da alma se exercem localmente
- MacKenna: Tratado 27,24 (IV,3,24) — A saída da alma fora do corpo
- MacKenna: Tratado 27,25 (IV,3,25) — A memória não pertence ao intelecto