Enéada IV, 4, 3 — A memória em sua relação à união da alma e do corpo (3)

3. Cuando sale del mundo inteligible, el alma ya no puede mantener su unidad. Se aficiona demasiado a sí misma y quiere ser ya algo distinto, como si inclinase su cabeza hacia afuera. He aquí, según parece, que el alma adquiere el recuerdo de sí misma; pero tiene también el recuerdo de los inteligibles, que la impide caer, y el recuerdo de las cosas de la tierra, que la impulsa hacia abajo, o el de las cosas del cielo, que la mantiene en esa región. El alma es, y se vuelve, en general, aquello de lo que tiene recuerdo, y el recuerdo es, a su vez, o un pensamiento o una imagen. Pero, ciertamente, la imaginación no posee su objeto, sino que tiene la visión de él e incluso su misma disposición. Por ello, cuando ve las cosas sensibles, el alma toma la misma dimensión de aquello que ve. Esto es debido a que el alma posee todas las cosas; pero, como las posee en segundo lugar, no se vuelve perfectamente todas esas cosas. Es, realmente, algo que permanece intermedio entre lo sensible y lo inteligible, como mirando hacia una y otra región.