La Inteligencia (Noûs, Lógos).—La segunda hipóstasis árquica y el primer grado del descenso del Uno a la multiplicidad es la Inteligencia, que procede del Uno por emanación eterna y necesaria, a la vez como efecto y como imagen suya (VI 7,15). La Inteligencia participa de la Unidad, de la Belleza y de la Verdad del Uno, pero en un plano inferior, porque ya no posee la unidad perfecta, sino que en ella entra mezcla de unidad y multiplicidad, de idéntico y diverso. Ya no es unidad, sino diada. «Todo lo que participa del Uno es a la vez uno y no-uno» (III 8,10; V 1,7; 4, 1). Es una unidad múltiple: autos en polla (V 1,4).
El acto cognoscitivo de la Inteligencia ya no es pura intuición, sino contemplación, que tiene un doble objeto: por una parte contempla al Uno, y por otra se contempla a sí misma. «Al pensar el Bien se piensa a sí misma». «Es una vida plural, total, primera y única». La Inteligencia es feliz en esa contemplación, de la que goza desde toda la eternidad. «La bienaventuranza para ella no es una adquisición, sino que todo lo posee desde toda la eternidad. Y es única y siempre presente, no futuro ni pasado».
En la Inteligencia constituyen una misma cosa la Inteligencia misma, la intelección y lo inteligible. Pero, no pudiendo intuir la unidad del Uno en un solo acto comprehensivo, la actividad de la Inteligencia se multiplica en infinitas Ideas distintas (tà noetá), las cuales constituyen el kosmos noetos, el mundo de los arquetipos inteligibles de todas las cosas. «Es un recinto en el cual se contienen otros recintos».
El kosmos noetos se halla dentro de la Inteligencia y no puede existir fuera de ella. Las Ideas son distintas entre sí, pero todas están unidas dentro de una comunidad admirable, escalonadas en un triple orden: Primero, las Ideas de los géneros (genos): el Ser (óv), la Identidad (tautotes), la Diversidad (heterotes), la Quietud (stasis), el Movimiento (kinesis). A éstas hay que añadir el número, la cantidad y la cualidad, que proceden de las anteriores, al convertirse en pluralidad. En segundo lugar están las Ideas de las especies (eide). Y, por último, las Ideas de los individuos (Platón, Sócrates). Todos los individuos del mundo de acá (ekei) tienen su idea correspondiente en el mundo de allá (entautha). La razón es porque cada individuo es capaz de habitar en el mundo inteligible. Y porque sería una imperfección de la Inteligencia no poseer en sí misma las ideas de todas las cosas y tener que buscarlas fuera o conocerlas por medio de imágenes.
Pero esta multiplicidad de Ideas no disgrega la unidad de la Inteligencia. Permanecen en ella idénticas a su esencia. Aunque el modo de concillarse esta unidad con la diversidad lo califica Plotino de misterio (thauma).
La Inteligencia tiene una doble actividad. Por una parte contempla al Uno y se contempla a sí misma. Pero además posee virtud creadora semejante al Demiurgo platónico. «Encontrándose, pues, en toda plenitud, debió engendrar, pues una potencia semejante no podía quedar incapaz de engendrar». De la potencia creadora de la Inteligencia procede la tercera hipóstasis, que es el Alma universal. [Guillermo Fraile – História da Filosofia]