Igal: Tratado 53,7 (I, 1, 7) — A constituição da parelha. O “Nós” e o animal.

7. Concedamos que es el compuesto el que siente por la presencia del alma, no porque un alma de tal calidad1 se entregue al compuesto o al otro componente, sino porque es ella la que, de la unión de un cuerpo específico con una especie de luz emitida por ella, produce la naturaleza del animal como una entidad distinta; y esta entidad distinta es el sujeto de la sensibilidad y de todas las otras afecciones que hemos enumerado como propias del animal2.

—Pero ¿cómo es que somos «nosotros» los que sentimos?3.

—Pues porque no nos hemos liberado del tal animal, no obstante la presencia en nosotros de elementos más valiosos en la formación de la sustancia total del hombre, constituida por una multiplicidad. Ahora bien, la potencia sensitiva del alma no debe ser perceptiva de las cosas sensibles, sino más bien de las impresiones originadas en el animal por la sensación. Porque éstas son ya inteligibles. De manera que la sensación exterior es una imagen de dicha percepción, y esa percepción, siendo más verdadera en esencia, es contemplación impasible de solas formas (v. Igal-aisthesis). Y precisamente de estas formas, de las que el alma recibe ya, ella sola, su señorío sobre el animal, es de donde provienen los razonamientos, las opiniones y las intelecciones4. Y aquí es donde principalmente está nuestro yo. Los niveles preliminares son nuestros, pero «nosotros» somos lo ulterior y presidimos desde arriba al animal. Pero no habrá dificultad en llamar animal al conjunto, mixto en su parte inferior, mientras que lo de ahí para arriba coincide aproximadamente con el hombre verdadero. Aquello otro es «la parte leonina» y «la bestia abigarrada» en general5. Porque como el hombre coincide con el alma racional, siempre que razonamos, somos «nosotros» quienes razonamos por el hecho de que los razonamientos son actos del alma.


  1. No es «un alma de tal calidad» (= el alma verdadera) la que baja y se entrega al cuerpo o al compuesto animal, sino una imagen suya emitida por ella a modo de destello (12, 21-26). Sobre esta imagen del alma, cf. Introd. gen., seccs. 67 y 73. 

  2. Con esto se pone fin al problema del sujeto de las emociones o pasiones. 

  3. Plotino pasa ahora a esbozar una síntesis antropológica (7, 6-8, 23) centrándose en el sentido de «nosotros», término técnico para referirse al hombre y al yo del hombre. 

  4. Estas intelecciones son las obtenidas de los sensibles por abstracción, no las primarias, derivadas de la inteligencia (cf. IV 7, 8, 14-23). 

  5. Citas de la República de platón (590 a 9 y 588 c 7). La «parte leonina» es la irascible, y la «bestia abigarrada», la apetitiva, y ambas juntas forman la «otra especie de alma» del Timeo (69 c 7). Cf. infra, n. 32.