El Uno.—Más allá de todo ser, de toda esencia, de toda limitación y de toda determinación está el Uno (tò hen), que es el ser por excelencia y la fuente suprema de donde proceden todos los demás seres. Plotino subraya vigorosamente su trascendencia. No sólo es distinto de todas las demás cosas, sino que está encima, fuera y más allá de todas ellas. «Es más que ser, más que esencia, más que existencia, más que Dios». «El Uno no puede ser ninguna cosa existente, sino que es primero que todas las cosas existentes» (III 8,8). No es ninguna cosa, porque es más que todas las cosas. Está más allá del ser, del pensamiento y de los conceptos que nosotros formamos sobre las cosas. «Es tal que nada puede predicarse de él, ni el ser, ni la esencia, ni la vida, porque está por encima de todas estas cosas»1.
La existencia del Uno es tan evidente que no es necesario demostrarla. Para afirmarla basta simplemente con considerar: i) Existen seres, luego existe el Ser. Porque la existencia de los seres múltiples reclama necesariamente la del Ser uno, pues la unidad es anterior a la pluralidad. «Si existe la multiplicidad es necesario que antes exista la unidad» (VI 6,13). «Es necesario que antes de lo múltiple exista lo uno, del cual se derive lo múltiple, porque lo Uno es el principio de todo número» (V 3,12). El Ser es la potencia (activa) de todos los seres y si él no existiera no existiría nada2.
2) Existe el movimiento, luego existe un Bien que atrae a todos los seres.—El movimiento de los seres supone un fin, y el fin se identifica con el Bien. «Todo ser que se mueve necesita la existencia de algo hacia lo cual se mueve» (V 1,6). Siguiendo la escala de bienes ascendentes llegamos finalmente a un Bien supremo, que es la causa de todos los demás bienes. «El Bien para la materia es la forma…; para el cuerpo, el alma…; para el alma, la virtud…, y, ya más alto que ésta, el entendimiento, y sobre éste, lo que llamamos la naturaleza primera» (VI 7,25).
3) Existe la inteligibilidad, luego existe una luz intelectual única superior.—La visibilidad de las cosas supone una luz que las haga visibles. Así también la inteligibilidad de los seres supone la existencia de una luz intelectual superior que las haga inteligibles (VI 7,21; V 3,17). No es posible pensar nada sin lo uno. Por lo tanto, es necesario que exista aquello sin lo cual no es posible pensar ni decir ninguna cosa (VI 6,13). «Por tanto, que él exista en el sentido que decimos que existe podemos conjeturarlo de los seres que existen después de él» ([:Eneada-VI-8|VI 8,11). (Excertos de Guillermos Fraile, História da Filosofia)
III 8,9. Son expresiones que coinciden en apariencia con otras de los escolásticos. «Necesse est igitur omnia quae diversificantur, secundum diversam participationem essendi… causari ab uno primo ente quod perfectissimum est; unde et Plato dixit quod necesse est ante omnem multitudinem ponere unitatem» (Santo Tomás, Sum. Theol. 1 q.44 a.i; De pot. III a.5; VII a.8). «Quod enim summe unum est, est omnis multitudinis uni-versale principium» (San Buenaventura, Itin. mentis in Deum c.5 n.7).
Decimos que coinciden en apariencia, pues en la escolástica se refieren a Dios, que es el primer principio ontológico y único de todas las cosas, mientras que, como hemos indicado, el Uno de Plotino no es Dios, sino que responde al concepto abstracto de Ser. ↩